No es que la popular bebida tenga propiedades curativas, sino que su sistema de distribución global es utilizado para repartir medicamentos a comunidades aisladas y es un gran ejemplo de innovación.
Algunos le dicen el continente olvidado. En África las condiciones de vida en muchos de sus habitantes son precarias, ubicados en poblados sin acceso a servicios básicos y alejados de la civilización. Según la Unicef, entre los diez países del mundo con mayor índice de mortalidad infantil, nueve son africanos. Una realidad dramática que el británico Simon Berry vivió en carne propia durante un voluntariado en Zambia en la década de los ’80.
-“La diarrea era la segunda causa de muerte en la aldea donde estaba y sentía impotencia porque es algo muy fácil de prevenir mediante una simple fórmula de re hidratación oral”- explica. El problema era uno solo: muchas muertes se producían porque los medicamentos no llegaban a las aldeas más apartadas. En ese momento, Simon tuvo una idea.
Existe un dicho popular que dice que hay países donde es más fácil conseguir Coca-Cola que agua potable. Sin ir más lejos, diariamente Coca-Cola hace llegar 1.800 millones de bebidas a 200 países de todo el mundo. Bajo esta premisa, Berry vio una oportunidad.“Pensé en distribuir esta fórmula de rehidratación oral a través de las jabas de bebidas, quería averiguar cómo hacerlo. El problema es que en esa época no habían teléfonos, ni menos Internet, por lo que era difícil compartir mi idea”, explica.
En abril del 2008, Simon Berry pondría manos a la obra y eligió Facebook para difundir su plan. El proyecto “CocaLife” tuvo apoyo casi de inmediato en las redes sociales y fue tanto el ruido que causó, que la BBC no tardó en cubrir el caso. A partir de ello el camino empezó a pavimentarse. Distribuidores africanos de Coca-Cola colaboraron con Berry compartiendo información de cómo la compañía hacía funcionar su sistema de distribución en diferentes puntos de África, incluso los más apartados. Finalmente, “ColaLife” fue registrado como ONG en Reino Unido ese mismo año y se eligió Zambia para implementar el programa piloto.
Lo primero fue pensar en el tamaño y diseño del envoltorio donde irían los medicamentos. El resultado fue el AidPod, un pequeño contenedor de plástico sellado que se pone entre los cuellos de las botellas al interior de la jaba. Durante el programa piloto se utilizó el Aidpod para introducir el kit antidiarréico llamado “Kit Yamoyo”, en español “Kit de vida”, que luego fue transportado dentro de la red de distribución normal de CocaCola.
Hasta hoy, los resultados han sido exitosos, tanto así que “Cocalife” actualmente distribuye suero, medicinas e incluso preservativos a diferentes países del continente antes olvidado. De hecho, tal ha sido el éxito, que el año 2012 el Fondo Global contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria firmó un acuerdo con Coca-Cola para replicar este modelo. Este proyecto busca llegar a países como Tanzania, Ghana y Mozambique. Según el Fondo Global, la iniciativa ha permitido hacer llegar medicinas a más de 20 millones de personas y reducir en 25 días el tiempo que demoraban en llegar a los dispensarios locales.
A veces todo lo que se necesita para cambiar el mundo es dar un nuevo uso a algo que ya existe.