Hoy vamos a descubrir uno de esos conceptos que te estimulará a pensar de forma distinta, diversa y atrevida. La teoría del nudge, también llamada teoría del empujón, tiene la clave para acercarse a las decisiones de los individuos en los momentos de la verdad.
Este término fue acuñado por el Premio Nobel de Economía Richard H. Thaler y está estrechamente vinculado a los factores que dan sentido a la economía conductual. Las preferencias, los gustos o las emociones… tienen un papel destacado en esta disciplina que intenta facilitar los trabajos estratégicos a las compañías y empujar a los individuos a tomar mejores decisiones que a largo plazo proporcionen un mayor beneficio para ellos mismos.
La premisa fundamental de la teoría del empujón
Hay un detonante fundamental que marca el punto de partida y origen de este concepto y que explica el patrón predominante de la mayoría de los consumidores en cuanto a tomar decisiones:
Ante dos opciones, las personas suelen escoger la que les resulta más fácil en lugar de la más adecuada. Si desgranamos esta frase en función de los planteamientos de la economía conductual, veremos que las personas no siempre decidimos atendiendo a nuestras propias intenciones. Es decir, sabemos que no actuamos cien por cien bajo criterios racionales, lo que nos hace actuar de forma poco predecible y basada en cosas que no son realmente de nuestro interés, aun sabiendo que puede que ese acto no nos proporcione algo bueno.
Encontramos un ejemplo de todo esto en la alimentación diaria. Muchas personas conocen el daño que le puede causar a la salud la ingesta de productos y bebidas azucaradas, pero aun así estos se consumen a diario en todo el mundo.
Este tipo de decisiones se basa en estímulos irracionales, puesto que bajo parámetros racionales el resultado variaría en signo contrario. La falta de tiempo, las costumbres y, finalmente, la toma de decisiones equivocadas son síntomas de ello.
En la práctica, ¿qué hace realmente la teoría del empujón?
De forma muy sencilla y siguiendo con el ejemplo de las bebidas azucaradas, una acción vinculada a una estrategia nudge sería eliminar estos productos de la zona media de los estantes evitando así que estén a la altura de los ojos de los individuos. O, por ejemplo, llevarlos a la segunda página de un ecommerce.
En definitiva, la teoría del empujón no se basa en cambiar ni prohibir nada; simplemente pretende empujar a comprar lo fácil, pero también lo más adecuado a largo plazo.
Realmente, esta teoría impregna muchas ideas que ya contemplamos de manera cotidiana. Por ejemplo, cuando encontramos una opción predeterminada en una compra, nos está marcando el camino fácil, un nudge. La famosa pegatina de una mosca en los urinarios públicos es otro pequeño empujón que busca guiar hacia un resultado limpio y satisfactorio al finalizar el uso del inodoro.
En un entorno tan competitivo y complejo, es importante guiar a los consumidores de una forma correcta y responsable. Por ello, el planteamiento de la teoría del nudge consigue que sea más probable que una persona tome una decisión con un pequeño cambio en el entorno y con una implementación fácil y económica.